Una vida dedicada al toro y a su pasión, los bueyes. El mayoral y veedor de la Plaza de Toros de Las Ventas pone fin a 50 años de trabajo en los corrales

Florencio Fernández, madrileño de acogida y talaverano de nacimiento, pone punto y final a una vida dedicada al toro, a los bueyes y a la Plaza de Toros de Las Ventas. Nunca quiso saludar ovaciones, las escuchaba desde dentro de las dependencias tras meter a los toros devueltos en los corrales, pero sabe que el reconocimiento del público madrileño está presente y su recuerdo se mantendrá en Las Ventas.

Su andadura comenzó a los 14 años cuando hizo su primera actuación en la plaza de toros de Hellín. Desde ese momento y bajo la tutela de Manuel Chopera fue recorriendo plazas de España desarrollando la labor de mayoral. Probó suerte vestido de oro y mató 49 novilladas, pero vio que su verdadero sitio no era en la cara del toro.

En el año 1985, Manuel Chopera lo colocó como mayoral de La Plaza de Toros de Las Ventas. Entró como Florencio Fernández y, en febrero de 1986, pasó a responder al nombre de «Florito» y así es como ha terminado su carrera.

Su camino en Madrid no ha sido fácil. Tras 20 temporadas como mayoral, le llegó la oferta de veedor en el año 2005. La rechazó. La oferta vino de parte de un hombre de la empresa, que ante la negativa de Florito, le dijo que era un cobarde y, según reconoce el mayoral, en una entrevista con Antonio Lorca en El País, «esas palabras me llegaron al alma y me hicieron cambiar de opinión».

Los toros para Madrid se reseñan muy pronto. En el mes de diciembre ya están prácticamente todas las corridas cerradas, a falta de cualquier imprevisto en los animales como cornadas, enfermedades, etc, «que siempre las hay».

Esta temporada ha cumplido los 65 años y con ello da un paso al lado y deja la profesión a la que ha entregado su vida. Las riendas de los corrales madrileños no salen de la familia, las cogerá su hijo Álvaro Fernández, Ingeniero Aeroespacial de profesión pero mayoral de vocación.

Se ha ido Florito, y lo ha hecho en silencio, en la tarde en que Morante y Robleño también pusieron punto y final a sus respectivas carreras. Florito deja atrás un legado, un hueco en Las Ventas que durante 40 años ha estado ocupado por un profesional irrepetible.