Me llamo Santiago Domecq Martel, nací en Jerez de la Frontera un 17 de febrero de 1998, y soy ganadero de bravo

La ganadería, que se llama como mi padre, Santiago Domecq, se encuentra en el término municipal de Jerez y dentro del Parque Natural de los Alcornocales. Muy cerca de Algar. Se compone de tres fincas: Garcisobaco, Rogitán y El Jabato. Ahora mismo tenemos unas 335 vacas madre y 25 sementales. Nuestro origen fundamentalmente es Domecq con un goterón importante de Núñez Vía Juan Pedro Domecq, Jandilla, Torrestrella y Carlos Núñez.

Ocurre que yo vivo en Madrid, porque estudié el doble grado de Derecho y Dirección y administración de empresas en CUNEF, Madrid, y trabajo allí en una gestora de fondos de inversión donde principalmente hacemos desarrollos de edificios logísticos.

Sin embargo, estoy permanentemente conectado al día a día de la ganadería: tenemos un grupo de Whatsapp donde estamos al tanto de todo, si no cualquier llamada. Tengo un software de la ganadería en mi teléfono que se actualiza al instante y una nube donde puedo ver videos de todos los animales. Son cosas que hemos implementado para poder acceder a toda la base de datos, en el momento, desde cualquier parte. Hablo a diario con el mayoral y con mi padre y delegamos bastante los unos en los otros. El mayoral, que está permanentemente en las fincas, nos suele mandar muchas fotos y videos de todo lo que va pasando. Mis referentes, de los cuales he aprendido lo poco que sé son algunos ganaderos como mi padre, mi tío Fermín Bohórquez o Justo Hernández y toreros como El Juli, Paco Ojeda o Alvaro Montes. Con todos ellos he tenido conversaciones profundas de embestidas y técnica. De los toreros admiro a muchos y podría nombrar mil.

Mi padre, por supuesto, es el ganadero y el que ha llevado la ganadería a donde está. Generosamente delega muchas atribuciones y responsabilidades, pero él audita todo, está al tanto de todo y, aporta ese punto de experiencia y saber hacer que hace que todo funcione. Las negociaciones también las lleva a cabo él. A mí me da mucha libertad en cuanto a la selección y los lotes. Mis hermanos tienen mucha afición y están al tanto de todo y nos apoyan en lo que mi padre o yo decidamos, lo cual lo hace muy fácil.

«El campo y el toro dan mucha educación»

Casi todos los fines de semana me voy al campo, donde intento estar el mayor tiempo posible. El campo es la desconexión absoluta. Mirar una lumbre, un atardecer… No tiene nada que ver. El campo y el toro dan mucha educación. Los que nos hemos criado en el campo tenemos una imagen de la naturaleza real que no tiene nada que ver con la percepción de una naturaleza idealizada que mucha gente de la ciudad parece tener. El campo curte mucho y los animales te hacen ser muy disciplinado y responsable. Los tiempos del campo son los que son y todo tiene que estar en su debido momento para que funcione.